Image default
Zkuste své štěstí při hraní online rulety na Ice casino CZ! Όπως και με τους χώρους ψυχαγωγίας υψηλών προδιαγραφών, όπως το Nine Casino, η Ibermedia εστιάζει στην επένδυση σε δημιουργικά έργα που υπόσχονται μεγάλη επιτυχία. Free ebooks Library zlibrary project z-library Z-Library project Instant Max AI

Comienza Cannes y conversamos con Constanza Arena, de CinemaChile

Escribe TOÑO ANGULO DANERI

Después de un año sin poder celebrarse debido a la pandemia, el 74º Festival de Cannes que comenzó ayer acoge a una delegación chilena que llega cargada de buenas noticias, entre ellas el nuevo catálogo de CinemaChile con toda la producción del cine de ese país para el 2021. Un récord, con 139 obras: 32 largometrajes de ficción, 17 documentales y 90 cortometrajes, 12 de ellos de animación.

Asimismo, grandes y emergentes casas productoras presentarán 26 trabajos en distintas fases de producción en la mayor cita del mercado cinematográfico mundial, el Marché du Film. Se anunciará, por ejemplo, el nuevo documental de Cristián Leighton producido por Gabriela Sandoval de Storyboard Media junto a Sebastián Lelio, quien como director ganó el Oscar en 2017 por Una mujer fantástica. O el rodaje de 1976, la primera película de la actriz Manuela Martelli (Machuca, Vera de verdad), producida por Alejandra García de Wood Producciones junto a Omar Zúñiga de Cinestación, la casa productora de Dominga Sotomayor.

Precisamente, hablando de la directora de Tarde para morir joven, ella estará también en la sección Special Screenings como coautora de El año de la eterna tormenta / The Year of the Everlasting Storm, película colectiva que ha dirigido junto a la estadounidense Laura Poitras, el iraní Jafar Panahi, el tailandés Apichatpong Weerasethakul y tres cineastas más, siete en total.

Por su parte, el productor Giancarlo Nasi de Quijote Films llega con dos nuevos rodajes: la esperada nueva película de Fernando Guzzoni, Blanquita, y la ópera prima de Felipe Gálvez, Los colonos. Mientras que Alejandro Ugarte de Infractor Films lo hace con María ojos negros, de Benjamín Brunet, que recientemente se terminó de rodar en el sur de Chile en plena pandemia.

De esto y más —los cuatro documentales que serán presentados por Chiledoc, las cinco obras de animación que la asociación de animadores Animachi lleva a Animation Work in Progress, los ocho cortos seleccionados para la Short Film Corner, los cinco para el Sanfic Industria goes to Cannes…— conversamos con Constanza Arena, directora ejecutiva de la agencia de promoción internacional del cine y el audiovisual chileno CinemaChile.

Fotograma de Estrellas del desierto, de Katherina Harder Sacre, película incluida en el catálogo 2021 de CinemaChile.

Vuelve Cannes. ¿Cómo llegan desde CinemaChile?

Volvemos desde el 2019, una pausa importante porque es el festival y el mercado más importante para nosotros. Este año es especial porque llevamos nuestro nuevo catálogo, que no tiene poca oferta; llevamos también una agenda muy nutrida con muchos agentes de venta amparada en ese catálogo que incluye no sólo lo que hemos hecho sino lo que vendrá a lo largo del 2021; y volvemos además con una nueva estética para la promoción del cine y el audiovisual chileno. Perder un Cannes para nosotros es mucho, así que ésa es la buena noticia: volvemos, lo que nos permite recuperar un grado de normalidad en nuestra forma de trabajar.

Adelántanos algo del nuevo catálogo.

Son muchas películas de ficción y de documental, y este año, por la pausa, muchísimos cortometrajes, con nuevos talentos, nuevas voces. Además, se ve notoriamente que hay más mujeres en la dirección. Si ves el conjunto, la presencia de Chile en Cannes este año se ve sólida, robusta y con una novedad muy destacable: la colaboración entre distintas instituciones. Antes por lo general íbamos solos, pero la industria se está fortaleciendo y este año van por ejemplo la Asociación de Animadores, Animachi, o la alianza que reúne al sector documental, Chiledoc. Del lado público también tenemos el apoyo de ProChile y del Ministerio de Cultura, pero la noticia es que en el sector privado se empiezan a definir líneas especializadas… en un país que produce mucho, en gran volumen, y que tiene una institucionalidad privada cada vez más desarrollada.

Eres la primera representante de una cinematografía de la región con la que hablamos después del remezón de la pandemia para el mundo audiovisual. ¿Cómo ha repercutido ésta en la producción audiovisual que hoy presentan en Cannes, por ejemplo?

Se ve sobre todo en la cantidad de cortometrajes, porque tienen un modelo de producción más ligero, con estudiantes incorporándose a la producción y mucha hambre de producir y de rodar. Eso se refleja en los números que llevamos al Short Film Corner de Cannes y al Marché du Film. Los largometrajes, ya sabes, demandan grandes producciones, grandes rodajes, coproducciones y grandes nombres de la actuación, como nuestro queridísimo Alfredo Castro…

Al que vimos hace poco en el Festival de Málaga en dos películas premiadas: Karnawal, del argentino Juan Pablo Félix, y Las consecuencias, de la venezolana Claudia Pinto.

¡Impresionante! Dan ganas de decir “hay más actores en Chile, eh”. Pero más allá de esto, hay muchas directoras y directores nuevos, otros como Fernando Guzzoni y Christopher Murray que están en seguidilla de rodajes y también productoras nuevas… “Productoras” en dos sentidos: mujeres que producen fuerte y casas productoras como Fábula, Wood Producciones, Storyboard Media o Cinestación. Y la buenísima noticia de que Dominga Sotomayor estará en Cannes con la película colectiva El año de la eterna tormenta.

¿Cómo fue el parón?

Fue brutal. De hecho, el parón evidenció la precariedad de los trabajadores audiovisuales, que se diferencian muy poco de los temporeros de la fruta: la última línea de fragilidad en mano de obra. Eso motivó que hubiera muchas protestas contra las autoridades porque realmente no hubo apoyo para ellos. Ésa es la realidad. Para muchísimos trabajadores la situación de la pandemia fue dura, pero dura de verdad, de tener que parar la olla a fin de mes, como se dice en Chile. Se tuvo que pelear muchísimo desde los gremios del sector privado para reconocer el rubro audiovisual como una fuente de trabajo esencial. Al ganar esa denominación de “esencial” se reactivaron algunos rodajes. Pero te puedes imaginar lo que fue al principio: rodajes más caros porque había que tomar medidas sanitarias muy estrictas y en los que un brote te paraba todo. Eso también dio como consecuencia que se armara un cuello de botella porque se retomaron muchos proyectos a la vez.

Y que los números al final volvieran a ser impresionantes para la cinematografía chilena.

La conclusión más importante es que por suerte se ha reactivado un sector que aporta muchísimo a la economía chilena, que crea puestos de trabajo, atrae inversión extranjera y contribuye de forma notoria al desarrollo del país. El cine es industria; industria cultural, sí, pero donde la base está en la palabra “industria”.

Mencionas el aporte concreto, cuantificable, que da el cine a la economía de nuestros países. ¿Qué me dices de lo intangible? Lo que construye “marca país”, como se dice ahora. En eso Chile lleva por lo menos una década ganando festivales y llegando a las nominaciones finales de los Oscar.

¡Cien por ciento de acuerdo! Sólo por dar un ejemplo, para poder salir de Chile y participar en Cannes necesitamos un permiso excepcional del Gobierno en el que se nos reconoce como esenciales para el desarrollo del país. Y nos lo dieron automáticamente, porque la imagen de Chile, gracias a esto que acabas de mencionar, que lleva mucho más de una década diría yo, porque estamos hablando de una última oleada que nació alrededor del 2004-2005, es un fenómeno… ¡no, ya no es un fenómeno!, sino un hecho de la causa de la ley, por decirlo de algún modo. Y esto lo digo sin soberbia ni arrogancia, sino para añadir que habiendo alcanzado este nivel, toca que las escuelas que forman a nuestros nuevos cineastas alcancen estándares internacionales desde la base. Ese pensamiento ya está instalado.

Supongo que esto se leerá con sana envidia en otros países de la región, donde lo que se entiende por cine nacional tiende a obviar estas consideraciones. ¿Dirías que la industria cinematográfica chilena es hoy rentable?

No, la palabra no puede ser “rentable” porque el cine no lo es como se entiende en otros rubros económicos. Desde mi punto de vista estamos hablando de dos cosas. Lo primero es que, como en todo, a mayor volumen de producción, mayor chance de abarcar distintos circuitos. Es imposible buscarle un Oscar a todos, pero ahí están Locarno, Róterdam, por supuesto San Sebastián. Distintos géneros, distintos estilos, distintas nociones de lo que es hacer cine si se quiere, permiten un alcance más global. Esto tiene que ver con generar un mayor volumen para lograr un mayor alcance.

Lo segundo es que para un país como Chile, que tuvo una noche cultural tan larga durante la dictadura, el hecho de que la expresión artística y autoral a través del audiovisual y del cine sea tan protagónica es un gran logro.Y que nuevas voces se puedan realizar dentro de esa visión contemporánea, crítica, o también, por qué no, mainstream, comercial… yo pienso que es un aporte a la cultura de nuestro país que estuvo bastante empobrecida. Es un alimento para el alma del país. Siempre se dice “Chile, país de poetas”. Ahora también debería decirse “de cineastas”.

Fotograma de Fiebre, de Elisa Eliash.

Y cada vez más jóvenes.

¡Sí! Hasta yo me pierdo entre tantos nombres nuevos que aparecen cada año.

Hablemos de la animación. Aparte del Festival de Annecy nosotros seguimos de cerca los Premios Quirino, y no hay año en que una obra chilena no resulte premiada. Además, tocando con sensibilidad temas delicados, sociales, políticos.

La Casa Lobo, de León y Cociña, que parte de una exploración bastante osada no sólo en temática, sino en formato, textura y realización. O Bestia, el corto de Hugo Covarrubias que acaba de ser premiado en Annecy… ¿Qué te puedo decir? La animación chilena está súper viva. Hilando con lo que decíamos antes sobre el volumen de producción, tiene ver con la fortaleza adquirida por el sector privado de la industria en Chile. Y aunque no me gusta llamarlo así, creo que se entiende como contraparte a lo institucional/público que predomina en Europa.

Perfectamente. En Latinoamérica…

Ya sabes, la realidad es otra. Por eso el Programa Ibermedia es un pilar para nosotros. En la animación chilena, son las asociaciones gremiales, los profesionales y empresas que se agrupan y empiezan a marcar el paso y exigir al Estado que los alcance. En ese sentido tú ves que ya existen en Chile fuertes asociaciones de animación, una en particular que es Animachi, pero también en la Asociación de Productores de Cine y Televisión (APCT) y en otra asociación más joven que promueve nuevos y distintos modelos de producción como la API (Asociación de Productores Independientes de Chile). Entonces, hay motores, como digo yo. Ves a profesionales que están haciendo series, cortos y largometrajes —que uno sabe el tiempo que toma hacerlos— para todos los públicos, incluyendo el infantil, y para distintos canales de exhibición: Cartoon Network, TV Globo, así como coproducciones con Argentina, Brasil o Colombia.

La coproducción es otro tema. Históricamente, nuestros países han tendido a coproducir con Europa. Ahora parece que el abanico se ha abierto, ¿no? Karnawal es tal vez el mejor ejemplo: están Chile, Argentina, Bolivia, Brasil, México…

Sí, hay una diversificación de países con los que estamos coproduciendo… entre privados, porque nuevamente los profesionales llevan la delantera y el Estado se queda un poquito atrás en términos de acuerdos bilaterales, como el que ya existe por ejemplo entre Chile e Italia. Es lo que en general más falta nos hace: más acuerdos con más países. Ahora, hay que reconocer que Argentina ha sido históricamente un gran socio, cuando el INCAA ofrecía líneas de apoyo muy sólidas y los demás lo mirábamos con envidia y amor. Era el caso también de Brasil cuando institucionalmente estaba fuerte, porque lamentablemente ahora han desaparecido sus políticas de incentivos. Lo novedoso es que hoy empiezas a ver que, con ingenio y creatividad, aparecen Ecuador, Perú, Bolivia, Guatemala y Colombia por supuesto, que en términos de volumen es nuestro par y con Proimágenes puso un pilar en el continente porque combina fondos de incentivos para el sector que no vienen de Hacienda, sino de la propia industria que se financia a sí misma. Eso es muy avanzado.

CinemaChile cumplió diez años en el 2019. “Los primeros diez”, decimos aquí. ¿Cómo visualizas la segunda década que ya están viviendo?

Más allá de la pandemia que nos golpeó por todos lados, veo que Chile se encamina hacia una institucionalidad más robusta. Aunque suene reiterativo, lo veo precisamente en esos gremios organizados que llevan adelante las políticas que se necesitan implementar para que se consolide este proceso de producción industrial —no artesanal— del que estamos hablando.

¿Y cómo ves este proceso respecto de la circulación y consumo que todo cine nacional necesita para cerrar el círculo?

Seguimos con el problema de política central que deberíamos mejorar. Por un lado, una política de financiamiento para que la industria sea realmente industrial y esté acorde al volumen alcanzado de producción y de profesionales trabajando en ella, y, por otro lado, una política que concilie al público con la obra. Esta conciliación no pasa por el gusto, eso es un error de concepto. No tiene que ver con que al público “le gusta o no le gusta” el cine chileno. Eso se ve como consecuencia de determinadas políticas después de varios años. No es responsabilidad ni del público ni del cineasta… Mi abuela lo decía así: “El gusto se educa, comiendo milanesa y comiendo —que sé yo— caviar, pero usted lo conoce todo”.

Es lo mismo: si sólo vemos blockbusters comiendo palomitas…

Lo que falta es que exista la oferta completa, y que circule no sólo en las salas sino en la televisión. ¡Pero para la televisión no existe el cine chileno! Sí, claro, El agente topo llega a los Oscar y lo emiten, pero ¡tuvo que llegar a los Oscar! Es como el mundo al revés. No hay programas en la televisión pública que permitan conocer a las nuevas voces, los nuevos talentos, los cortometrajes. Tampoco hay salas de barrio o salas itinerantes al aire libre.

Dominga Sotomayor ha creado el CCC, Centro de Cine y Creación, con una preciosa sala de barrio. Pero lo hace ella, es una iniciativa privada. ¿Qué pasa si cambias el eje y apuntas al Estado? Yo soy el Estado y estoy financiando con dinero público, que es de todos, el cine nacional; por lo tanto, también está en mí asegurar el derecho de ver o de al menos encontrarse con ese cine nacional a quienes lo cofinanciaron con su dinero.

La prueba de que ver cine nacional no pasa por el gusto también la tienen ustedes en un caso reciente: Tengo miedo torero, de Rodrigo Sepúlveda.

¡Un éxito de promoción, de público y digital!, a través de puntoticket.com, una plataforma oficial de contenidos audiovisuales bajo demanda. Lo mismo está pasando con Blanco en blanco, de Théo Court, también con Alfredo Castro como protagonista. Es un fenómeno que muestra que hay un público que quizá no va a una multisala a ver una película chilena sino a ver la última megaproducción de Hollywood llena de efectos especiales, pero que sí se acerca a una plataforma digital, para empezar, por la diferencia de precio. Esto también ha pasado con una webserie que después de alcanzar casi dos millones de espectadores va a convertir en serie, con otro modelo de producción.

Contenidos relacionados

‘Levante’, de la brasileña Lillah Halla, se alza con otro premio: el Andrzej Wajda del Mastercard Off Camera de Cracovia

Ibermedia

‘Ladrón de perros’, una coproducción que une a Bolivia, Chile, México y Ecuador, se estrena en el neoyorquino Festival de Tribeca

Ibermedia

¡9 largometrajes y 21 proyectos iberoamericanos seleccionados para el Festival de Cannes!

Ibermedia

Tres documentales apoyados por Ibermedia en la selección del Festival Hot Docs de Canadá, que este año rinde homenaje a Raoul Peck

Ibermedia

‘Grand Tour’, la última película del portugués Miguel Gomes, seleccionada para la Competición Oficial de Cannes

Ibermedia

‘Ladrón de perros’, una coproducción que une a Bolivia, Chile, México y Ecuador, tendrá su estreno mundial en el prestigioso Festival de Tribeca

Ibermedia